jueves, 15 de marzo de 2012


Surrealismo es un movimiento artístico y literario surgido en Francia, en la década de los años 1920, en torno a la personalidad del poeta André Breton, quien buscaba descubrir una verdad, con escrituras automáticas, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para expresar sus emociones, pero que nunca seguían un razonamiento lógico.

El surrealismo comienza en 1924 en parís con la publicación del “manifiesto surrealista” de André Breton, quien estimaba que la situación histórica de posguerra exigía un arte nuevo que indagara en lo más profundo del ser humano para comprender al hombre en su totalidad.
Siendo conocedor de Freud pensó en la posibilidad que ofrecía el psicoanálisis como método de creación artística.

Para los surrealistas la obra nace del automatismo puro, es decir, cualquier forma de expresión en la que la mente no ejerza ningún tipo de control. Intentan plasmar por medio de formas abstractas o figurativas simbólicas las imágenes de la realidad más profunda del ser humano, el subconsciente y el mundo de los sueños.
Para ello utilizan recursos como: animación de lo inanimado, aislamiento de fragmentos anatómicos, elementos incongruentes, metamorfosis, máquinas fantásticas, relaciones entre desnudos y maquinaria, evocación del caos, representación de autómatas, de espasmos y de perspectivas vacías.

El surrealismo trató de investigar, casi científicamente, las misteriosas facultades del inconsciente, a fin de hallar un camino para liberar la sensibilidad artística de las convenciones opresoras. Para activar las fuerzas creadoras que están dormidas u oprimidas en las profundidades del ser, los surrealistas se valen de varios recursos: de la sugestión, del sueño, del delirio y de estados alucinantes y psíquicos anormales.
La meta del surrealismo era derribar las barreras psíquicas y materiales que se interponen entre lo consciente y lo inconsciente, entre el mundo interior y el exterior, para crear una suprarealidad en la que lo real y lo irreal, dominan la vida entera.

La duración de este movimiento fue muy extensa, desde 1924 hasta el final de la segunda guerra mundial. Además su capacidad de promoción fue excepcional, se celebraron exposiciones en todo el mundo. Como consecuencia del surrealismo y la abstracción, la pintura contemporánea norteamericana lideró a partir de 1945 el arte mundial. El surrealismo fue y es aún hoy un movimiento universal.

La persistencia de la memoria

Autor: Salvador Dalí.
Fecha: 1931.
Expuesto en: Museo de Arte Moderno de Nueva York, Estados Unidos.
Tamaño: 24 x 33 cm.
Material: Óleo sobre lienzo.

La persistencia de la memoria, conocido también como “Los relojes blandos” es un famoso cuadro del pintor español Dalí. La pintura fue exhibida en la primera exposición individual del artista en la Galerie Pierre Colle de París. Desde su exposición esta pintura se ha convertido en una de las imágenes más reproducidas. La teoría de Dalí sobre lo blando y lo duro encuentra en las estructuras de los relojes su máxima expresión, sobre todo como manifiesto del tiempo que se come. Alude al aspecto que obsesiona al hombre del siglo XX: espacio-tiempo. Después del conocimiento y las consecuencias de la relatividad, de las teorías de Einstein que perturbaron al mundo e influyeron en todo, la obsesión por el paso del tiempo y la obsesión por el espacio fueron los argumentos más utilizados por Dalí en su arte. Es el triunfo de los sueños que no están controlados por nada, es el canto al triunfo del deseo sobre la realidad. En definitiva, muestra la capacidad de Salvador Dalí para mostrar, mediante imágenes inéditas, los mitos eternos del ser humano. Otros estudiosos insisten en la victoria del deseo sobre la presencia obsesiva del tiempo. El cuadro parece que estaba vinculado a una reflexión sobre la teoría de la relatividad, en la cual la postura de Dalí, que abogaba por acabar con el existencialismo y con la angustia del hombre ante su propio destino, lideraba a un gran sector del público.

Metamorfosis de Narciso

Autor: Salvador Dalí.
Fecha: 1937.
Expuesto en: Museo de Arte Contemporáneo de Londres.
Tamaño: 50,8 x 78,3 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Inspirándose en Freud, los surrealistas creían que la única forma de pintar era tener acceso al subconsciente. Su temática es la de los sueños. El arte será para ellos un método de conocimiento de la realidad interior, no visible. En cuanto a las técnicas, usan el automatismo (que consiste en dibujar o escribir sin lógica, moviendo la mano incontroladamente), la desorientación reflexiva (por la que asocian objetos extraños, surgidos del subconsciente, en espacios lógicos y realistas). Este cuadro trata de una versión diferente de la imagen doble; es la misma imagen pero sucesiva, repetitiva. Alude al mito de Narciso, quien se enamoró de su propia imagen y murió al intentar alcanzarla. El artista no sigue al pie de la letra el mito, sino que lo alterna para expresar su mundo atormentado y conflictivo.

El poder blanco

Autor: Rene Magritte.
Fecha: 1965.
Expuesto en: Galería Nacional de Arte de Washington, Estados Unidos.
Tamaño: 81 x 64 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Considerado como uno de los grandes representantes del surrealismo, su obra es más conceptual que la de otros contemporáneos suyos. Mientras que Dalí invoca al subconsciente emocional, Magritte apela a la inteligencia del espectador buscando siempre la contradicción intelectual o verbal. El nombre de sus obras raramente apela al contenido de las mismas. El artista cambia la relación entre los elementos que representa y su nombre. Por este motivo cambia sus tamaños, sus perspectivas y realiza las combinaciones más complejas entre el lenguaje y naturaleza de los objetos. Esta nueva figuración que tiene sus orígenes en las ilustraciones de primeros de siglo, determinará las bases para el desarrollo del arte pop o el arte conceptual. En este cuadro la amazona y su caballo atraviesan la floresta mimetizándose con el ambiente. Se confunden una y otra realidad, el intruso y el bosque, como si el bosque no quisiera que el intruso penetrara, robándole así pedazos de su imagen.

miércoles, 14 de marzo de 2012

La masía

Autor: Joan Miró.
Fecha: 1922.
Expuesto en: Galería Nacional de Arte de Washington, Estados Unidos.
Tamaño: 132 x 147 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Durante el verano de 1921, en Montroig, Miró pintó La Masía, considerada por él base y clave de toda su obra. Éste es, por encima de todo, el cuadro de un exiliado, la amalgama en una sola imagen de la intensa carga de la experiencia inmediata de la tierra natal y una nostalgia igualmente profunda por ella. Todos los elementos de la Masía aparecen plasmados con una fidelidad incomparable, desde las hojas de los árboles hasta todas y cada una de las grietas de sus viejas paredes, pasando por las piedrecillas sobre la tierra rojiza de Tarragona. El paisaje constituye una auténtica muestra de los recuerdos, un verdadero artilugio mnemotécnico. Miró transmite la añoranza que le causa el alejamiento a través de una especie de censo visual, un recuerdo exacto de todo cuanto era importante en la Masía de su familia.

El Enigma de la llegada y la tarde

Autor: Jorge de Chirico.
Fecha: 1912.
Colección Particular.
Tamaño: 70 x 86 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

En su etapa metafísica Chirico combinaba en una sola composición escenas de la vida contemporánea y visiones de la antigüedad que producían una realidad de ensueño muy pertubadora. Este tipo de pintura se difunde a través de la revista “Valori Plastici” y juega un papel decisivo en la pintura surrealista. Su mundo mágico, onírico, de ciudades desoladas, fuertemente geometrizadas, con perspectivas que parecen salidas de un tratado renacentista, vacías, muertas, en las que el tiempo se ha detenido y por las que no pasa más que algún extraño maniquí sin rostro deshumanizado él también, como la ciudad, ejerce una atracción fatal sobre los surrealistas, empezando por el mismo Breton.

El carnaval del arlequín

Autor: Joan Miró.
Año: 1924-25.
Expuesto en: Galería de Arte de Búfalo Allbright-Knox.
Tamaño: 66 x 93 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Miró fue un artista catalán que comenzó a pintar a finales del siglo XIX dentro del fauvismo, paso posteriormente al cubismo y luego al surrealismo, bagaje que le sirvió para crear un lenguaje con un estilo curioso de una evidente pureza. Dentro del surrealismo, representa la corriente abstracta del mismo. En esta obra, nos encontramos con un lenguaje poético de signos que sugieren ensoñación, ingenuidad y fantasía. Este cuadro tan ambiguo, aparentemente comprensible y a la vez hermético, tiene cierta vivencia poética y un fondo inalcanzable. Es una de las telas más celebradas del autor. Todo está lleno de vida en el movimiento de esta obra, trabajada con una técnica verdaderamente miniaturista y meticulosa creada con gran sensibilidad y un extraordinario gusto innato, que casa perfectamente con el ambiente festivo que debe acompañar al carnaval. En la obra se aprecia una clara tendencia por parte del pintor a llenar toda la superficie del cuadro con muchos elementos, con juguetes fabulosos, curiosos animales o criaturas semihumanas. Esta composición abigarrada, según el autor, se debe a las alucinaciones causadas por el hambre. La fantasía de colores que aparece en esta obra es prácticamente insuperable, destacando siempre por su utilización de los colores primarios, el azul, el amarillo y el rojo, utilizando además el blanco y el negro. Precisamente son los colores los que nos mueven a través de las diferentes figuras del cuadro, pero sin una dirección marcada por el artista, sino por el propio espectador.